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  • Laura Ibáñez Kuzmanic

La historia del eco de las mujeres

Hoy en “opiniones que nadie me pidió”, pero que quiero dar igual porque aprendí hace poco que no pierdo nada diciendo lo que pienso.


En 1971 Linda Nochlin escribió el famoso texto “¿Por qué no han existido grandes mujeres artistas?”. La respuesta a esa pregunta era bastante obvia, pero no menos importante de destacar: vivimos en una estructura sistémica patriarcal y, por ende, toda producción simbólica y laboral va a estar orientada desde, por y para lo masculino. Pese a la relativa inmediatez de una respuesta, el acierto de Nochlin radicó en irrumpir con la necesidad de confrontar esta pregunta y su efecto en el circuito artístico. El artículo provenía de un grupo de mujeres artistas, curadoras, críticas y gestoras apartadas a la esquina de la diferencia, que caldeaba como una olla a presión a punto de estallar, buscando de una vez por todas hacerse su camino en la historia. Más adelante, saldrían a la luz brillantes textos y exposiciones de mujeres que trabajaban a partir de la interrogante y la problemática enunciada.

Estas palabras las escribo después de releer (varias veces ya) el artículo publicado por Antenna el 11 de Marzo de este año, en el marco de la conmemoración del mes de la mujer. El escrito publica varios datos sumamente significativos e interesantes para lxs diversxs agentes culturales que se encuentran hoy en día intentando trabajar desde lógicas feministas. Sin embargo, no se me ocurre en este momento ningún espacio cultural que no haya incluido la palabra “visibilización” dentro de su catálogo, como un intento de reparar la deuda histórica que estas instituciones les deben a las mujeres. No obstante, se me hace imposible no sentir un dolor de guata con el subtítulo del artículo.

“Queremos ser un eco en la historia” comenta Antenna, mostrando que, al parecer, el problema de la nula representación es el origen de la brecha de género que atraviesa la historia del arte (Sumando que, no encuentro nada más desolador, lamentable y deprimente que querer ser un eco en la historia del arte ¿quién querría ser eso?). A lo largo de todas las nuevas propuestas que buscan visibilizar artistas, me pregunto, después de la visibilización: ¿qué nos queda?

No busco con estas palabras minimizar, ni tratar de superficial a quienes se han preocupado de visibilizar nuevas artistas o rescatar a aquellas que nunca fueron vistas en la historia, al contrario, el ejercicio de visibilización es necesario ya que es un ejercicio de memoria, paridad y justicia. Además siempre faltará visibilizar, todavía hay muchos colectivos, mujeres y disidencias que no han sido escuchadxs (porque ya es hora que empecemos a hablar también qué pasa con las producciones artísticas de lxs disidencias). Sin embargo, de parte de grandes organizaciones institucionales y ya con 50 años del artículo de Nochlin, lo encuentro exiguo, y es exactamente lo que grandes teóricas feministas como Griselda Pollock o Andrea Giunta han mencionado en distintas ocasiones. El problema de la visibilización termina funcionando como un checklist en la industria cultural, sin antes desenmascarar el sistema cultural desde dentro.

La búsqueda de la visibilización como única estrategia feminista y política pública vinculada a la cultura me preocupa en varios aspectos (es como si la política pública de la visibilización se fuera transformando en una milhoja gigante con grandes capas que considero problemáticas para lxs feminismos), por una parte la visibilización no siempre significa que una obra vaya a ser comprada o que se genere un contrato laboral con el espacio de exhibición. Nancy Fraser señala que el sistema cultural no escapa de las relaciones político-económicas y de la injusticia distributiva que implica tanto la profesión de artista y su remuneración con respecto al género, como los puestos dentro del espacio museal/institucional (el subcontrato es la gran evidencia de esto). El movimiento feminista del 2018 y la revuelta de Octubre llegaron para incomodar las formas en que se han ido construyendo las maneras de hacer cultura, de su producción y de levantamiento de fondos. No solo han develado la explotación laboral, sino también han demostrado que el sistema basado en la competencia, el individualismo, los celos y los amiguismos no están funcionando. Nos encontramos en un momento de sobremercantilización de todos los aspectos de la vida (la cultura no escapa de eso), el feminismo debe llegar más allá de la inserción y repensar las maneras en que construimos cultura. Con respecto a esto último, varios colectivos y organizaciones han otorgado luces para poder empezar a replantear(nos) cómo generar espacios museales desde el feminismo, un ejemplo de estos sería el autodiagnóstico MAV (mujeres en las artes visuales) para la igualdad en museos y centros de arte o el seminario de la 12 Bienal de Mercosur donde se hicieron asombrosos y sobresalientes textos repasando el activismo feminista desde la curaduria hasta el espacio público.

Por otra parte, me parece sumamente preocupante los pocos espacios en Chile que se han dedicado a estudiar las situaciones de violencia de género que se dan en estos lugares. En el 2017 se publicó una carta llamada Not Surprised donde aproximádamente 1800 artistas, curadorxs y agentes de la cultura (la carta incluía, por supuesto, a personas trans y de géneros no binarixs) develaron las situaciones de acoso y abuso por parte de hombres en el circuito. Estas realidades ocurren más seguido de lo que comúnmente se piensa (yo misma me he visto involucrada en este tipo de casos), por esto mismo la visibilización no debe ser la única carta para pensar las instituciones desde lógicas feministas, es importante generar sitios, estudios, conversaciones y críticas que vengan de la necesidad de mujeres y disidencias en este espacio.

Creo que la conversación sobre qué pasa después de la visibilización y los problemas que esta trae debe ser mucho más extensa y completa que estas dos planas que estoy escribiendo (y la tía Salvajearte, a la cual le agradezco infinito su plataforma/no lugar/podcast, me dio este tope máximo y no quiero latearlxs) y porque no se debe centralizar únicamente en debates teóricos a través de textos. No tengo todas las respuestas a esta pregunta sobre la visibilización, pero me interesa, más bien, plantear esta preguntas y, por supuesto, pensar en esta cuestión en conjunto, no en trabajos individuales.

Nos encontramos en un proceso constitucional significativo y es momento de empezar a generar estas conversaciones incómodas tanto en los trabajos institucionales como en los espacios no hegemónicos. Los cabildos, los encuentros de mediación, de feminismos, entre otros deberán integrar este tipo de diálogos que muchas veces son dificultosos de llevar, pero necesarios. Hoy en día han salido a la luz grandes proyectos nuevos, liderados por mujeres y disidencias que buscan escapar de la escena tradicional, dando nuevos aires y señalando, sin tapaduras ni parches, las problemáticas de la cultura. Las mujeres no debemos aspirar a ser un eco, debemos aspirar a ser una ola de tsunami que rompa los antiguos esquemas de hacer arte con tanta fuerza que no quede ninguna ruina, ninguna competencia, ninguna invisibilización más.

Laura Ibáñez Kuzmanic

Artista visual /// Gestora cultural

 

1- Cabe destacar que en la mitología griega Eco era una ninfa que tenía una voz hermosa y cautivadora. Un día Eco ayudó a Zeus a distraer a Hera mientras Zeus le ponía el gorro con otras ninfas. Cuando Hera descubrió que Zeus era más infiel que Benjamín Vicuña castigó a Eco quitándole la voz, obligada solo a repetir conversaciones ajenas. Debido a la incapacidad de mantener su autonomía del habla Eco se tuvo que apartar del mundo humano.

 


Links de los textos que mencioné por si a alguien le interesan:

Linda Nochlin “¿Por qué no han existido grandes mujeres artistas?” https://www.vitoria-gasteiz.org/wb021/http/contenidosEstaticos/adjuntos/es/87/78/48778.pdf


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