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  • Fernanda Máxima Ramírez

La imposibilidad física de las instituciones en la mente de un artista.

Actualizado: 14 oct 2020

¿Cómo son relevantes las instituciones en el 2020? La institucionalidad está ahora en una posición en la que debe des-aprender y seguir el lead de los artistas que avanzan con o sin ellas. Digo esto en el sentido de que la acción llega naturalmente a alguien cuyo pensamiento sea desde el arte, siempre llevando a un límite sus conceptos y materialidad de trabajo (un artista no le teme a la materia). En esa búsqueda de límites también se descubren las posibilidades, como accidentes felices que abren canales hacia nuevos modos de expresión. En parte ello se debe a que la observación de un artista nunca es pasiva, es más bien un ensamble de fuerza entre observar+comprometerse lo que acciona todo (TODO) proceso creativo.


Resulta frustrante ver cómo museos, escuelas de arte, y gran parte del circuito se va visto incapaz de seguir activos, quizás un poco porque siguen buscando continuar con un modelo obsoleto, con ideas viciadas. Con todo aquello, los conversatorios (¿zoomversatorios?), los encuentros entre artistas y entrevistas son posibilidades interesantes porque promueven un trato horizontal entre artistas, académicxs y teóriques. No obstante, por ejemplo ¿Cómo realizar el premio universitario arte joven que hace el MAC Quinta Normal todos los años en este contexto? ¿es necesario realizarlo? Quizás así y tal no lo sea, pero es verdad que este premio -como experiencia completa- es una ventana para muchos artistas jóvenes que están comenzando su carrera. Entonces este es un desafío que puede -desde la experimentación y el pensamiento lateral- resultar en una plataforma distinta, cuyo objetivo sea enriquecer al circuito en su totalidad. Se puede buscar una manera de llevar a cabo esta experiencia involucrando a los artistas, curadores e incluso obras como agentes activos de un todo más allá de una muestra con jurado y premio.


El des-aprender los antiguos hábitos da cabida al desarrollo de nuevos movimientos, sean estratégicos o erráticos, lo importante y necesario es que se ejecuten sin miedo a las posibilidades que puedan aparecer en el camino, porque finalmente ¿qué es lo peor que pueda pasar?, ¿que llegue una pandemia mundial y se vean obligados a cerrar y suspender actividades siendo forzados a bajarse del pony-plinto?.

Ahora bien, el premio tiene un peso importante debido a que está respaldado por una institución como es el MAC que a su vez, responde a la Universidad de Chile y sin embargo, no me genera grandes expectativas si acaso deciden des-aprender y armarse desde procesos experimentales, son procesos largos después de todo. Por otro lado, si espero mucho del circuito independiente: espacios como Local Arte Contemporáneo y Proyecto Marisol son dos ejemplos con increíble potencial de crear experiencias en el arte, desde el arte más allá de una sola exhibición sin ese semblante rígido de una institución tradicional , hegemónica, ni la cautela de que se espanten lxs señorxs de alguna galería connotada.


Considero que espacios como estos alejan sus esfuerzos de objetivos como encontrar al próximo Turner Price, Anish kapoor o Alfredo Jaar superstar, sino que desde el hacer colaborativo han surgido propuestas como Museo Paco y Video Club July, porque en ese enfoque de trabajo en conjunto hay un compromiso y se aprende del hacer. Un desafío interesante es cómo se mantienen activos como espacios de creación de aquí en adelante.


Realmente lo que intento decir, es que estos espacios, y muchos otros, no son estériles. Porque no le temen al hacer, ni le temen a la materia, ni a lo que sus ideas puedan generar. Pienso en la exposición “Maleza en el Jardín” realizada en el Centro cultural de España, en la que trabajó un equipo multidisciplinario para proponer las plantas como metáfora de la vida seropositiva y cómo son los discursos que la sociedad general de la corporalidad en sus diferentes estados, esta exposición ocurrió meses después del bodrio del Museo Nacional de Bellas Artes “Chile tiene sida” (¿Qué diablos hacía esa Obra de Osvaldo Peña ahí? sígan a @salvajearte.cl para más misterios artísticos). La primera observa y se compromete desde distintas disciplinas, aporta con lenguaje simbólico y una reflexión estético-política de los cuerpos, de la historia, de los afectos de la vida seropositiva que enriquece al campo y al circuito. La segunda, es panfletaria y estigmatizante, un ejemplo de lo que no hay que hacer, absolutamente estéril.


Parece un buen momento para que quienes están detrás de los departamentos de investigaciones, curatoriales y dirección de contenidos hagan un reset y piensen en cómo salirse con la suya, como lo haría un artista en sus procesos de creación. No repitan lo de Chile tiene sida, por favor. Qué vergüenza. La pregunta que planteo al comienzo de este artículo es porque realmente creo que tener instituciones tradicionales y espacios hegemónicos es necesario, por lo tanto, deben ser relevantes no solo en su contenido, sino que también en cómo desarrollan su contenido, en cómo son pensados dichos espacios.


Aguante a todes les artistas, teóriques y critiques que no se quedan pasivos, que observan, improvisan, se adaptan y superan. Sea con una institución que nos respalde, o sin ella. Muchos de nosotros sub 30, seremos en algún momento una “generación de recambio” y es imperante -si acaso urgente- que no se siga esterilizando el circuito de arte ni en Chile, ni en Latinoamérica.


Fernanda Ramírez-Becerra

Crítica de arte.

Lic. Arte PUC

Lic. en Estética PUC



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